lunes, 26 de mayo de 2008

Con la venda sobre los ojos

Lo admito, siempre he detestado mirar las definiciones por penales. Me parece que son la forma más justa de dirimir un vencedor en un partido o eliminatoria que ha quedado igualada, pero es realmente triste cuando uno está en el bando que pierde. Recuerdo varios partidos en los que sufrí mirando cómo el equipo de mi preferencia se iba cabizbajo y en silencio...puedo nombrarles algunos: la semifinal de Italia 90 entre Inglaterra y Alemania, la final de 1994 entre Italia y Brasil, la semifinal de 1998 entre Holanda y Brasil; y a nivel un poco más regional, las definiciones por penales de Liga en 1999 y 2004 ante River Plate y Santos, respectivamente.

Me había dado cuenta que cada vez que no miraba un penal que se iba a cobrar, era un gol seguro, así que tomé esa cábala como propia desde entonces. Recuerdo una vez en un Quito-Liga del año 2002 cuando todo el mundo en la tribuna me quedó viendo raro porque me agaché para no mirar el penal que a la postre fue convertido por Lucho González incluso con una bengala que pasó muy cerca de él. Cada vez que Liga o la Selección han pateado un penal en los últimos años, nunca lo he visto en vivo, a pesar de haber estado ahí, sino que he tenido que mirar la repetición en la TV.

El jueves, no hice excepción a esta cábala. Luego de un partido muy complicado y parecido a otros tantos que nos ha tocado sufrir como ecuatorianos, temí como los 45.000 asistentes a la Casa Blanca que la historia se iba a repetir. Apenas el árbitro pitó la finalización del partido, me amarré la bufanda alrededor de la cabeza y esperé el inicio de la tanda de disparos desde las 12 yardas. Me fui guiando por los cantos y gritos de la multitud para saber cómo iba el resultado. El momento del penal fallado por San Lorenzo, simplemente me senté en la grada en frente mío. Esperé el desenlace quieto y cantando el ya clásico "Sí se puede". Cuando Bieler anotó el último penal para la U, apenas pude levantarme y abrazarme con mi familia. Tal era la emoción que ni siquiera las lágrimas de felicidad brotaban. Esas son las emociones que el fútbol nos brinda.

Ahora, Liga y el fútbol ecuatoriano tenemos un reto muy complicado por delante. Es hora de ratificar el buen momento de nuestros jugadores ante un muy duro rival, a quien ya enfrentamos en el año 2000 con saldo negativo: 0x1 en el D.F. y 2x2 en Quito. Todos los liguistas y el país entero estaremos esperando el martes para ser testigos de la primera rueda de una posible clasificación a la final y una nueva oportunidad para el Ecuador de ganar su primer torneo internacional de clubes.

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