El clásico fue bajísimo, partido de silbidos, bostezos y desesperación en la hinchada que se quejaba de la displicencia de los jugadores.
Generalmente los clásicos son trabados, no se puede encontrar en ellos buen trato de balón debido a la presión que hay sobre jugadores y técnicos que deben ser muy calculadores y cicateros con el juego ofensivo principalmente. Pero lo que se vio en el último clásico jugado en el Monumental (mucho estadio, demasiada gente para una presentación tan paupérrima) fue un preludio de lo que se vendría en la siguiente fecha para los dos cuadros del astillero. Falló mucho Barcelona en el primer tiempo, tuvo algunas opciones de gol que se perdieron en pies de jugadores avaros que preferían errar antes que pasar. Cholo Vera era una bomba a punto de estallar, pues sus compañeros no le abastecían, y cuando lo hacían era igual que nada (cómo ha de extrañar a chucho Benítez). Emelec hacía lo que podía, no mucho, defenderse con diez hombres y contragolpear con Segura (de buena actuación) que tuvo unas dos oportunidades. Emelec se asía al 0-0 a pesar de que en el segundo tiempo Barcelona le entregó todo para que haga suyo el partido.
Barcelona S. C. no encuentra todavía identidad futbolística ni oncena titular, 0-0 en el clásico, 3-0 frente a Olmedo. Resultados que desnudan las debilidades del cuadro canario, que a decir verdad preocupa y despecha su todavía fiel hinchada.
Emelec se ve limitado por las decisiones egoístas de sus dirigentes. Empató el clásico gracias a que Barcelona parecía no querer ganarlo; contra Macará se notaron las limitaciones de sus jugadores extranjeros principalmente: ¿para que traer cinco jugadores mediocres en vez de traer dos o uno de buen nivel?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario